martes

Dead letters...





El reloj marca las 9:30 p.m., tu vuelo llega en 1 hora, no hago mucho caso ya que acostumbro adelantarlo 20 minutos, siempre estoy deseando dormir más cuando me despierta en la madrugada, hasta que te aprendí ese truco.
Acordamos encontrarnos en un hotel el 25, te he inventado un cuento que seguro has creído...
El taxi aún no llega, pero que se puede esperar un 24 de diciembre por la noche; me han puesto en lista de espera, que ironía, un día común tardo más en colgar que el taxi en llegar.
Bueno, intentaré relajarme escuchando un poco de música...
¡Diablos! A quién engaño, entre los nervios que atenazan y el estómago vacío imposible.

10:05 p.m.
Llegó, no hay más, lo tomaré e iré a enfrentarme a esa hermosa conspiración del universo que un día cruzó caminos. Cada semáforo en rojo me detiene a pensar, me debate entre la angustia de querer saber y el temor a confirmar lo que el corazón presiente; el nudo constante en la garganta me lo advierte, he de seguir, no te prefiero compartida. Seguro Milanés no amaba como yo cuando escribió el breve espacio...
¡Maldición! Intento enojarme en vano para que no duelas tanto. Tus palabras retumban en la mente y saber que no las escucharé me puede más que confirmar lo que sospecho.

10:35 p.m.
El encargado de conducirme a la habitación intenta conversar mientras subimos, no imagina, es lo que menos quiero, escuchar cuestionamientos, aún así le he dicho que perdí mi vuelo, seguro me compadecerá como el que ha visto la miseria y se siente afortunado.
El aire se respira tenso, el calor del ascensor sofoca mis maltrechos pulmones, el piso 15 jamás me pareció tan alto como ahora. Se abren las puertas y el fresco aire de un 24 de diciembre por la noche traspasa mis ropas, aspiro profundo como si en ello me fuera la vida y exhalo dejando caer los hombros.
Estaré en la habitación contigua, vaya suerte ¿no? Sin pedirla. Yo que pensaba tocar a tu puerta y...
Casi te siento aquí, temerosa de verme sentado en la baranda, me sujetabas fuerte diciendo que querías morir conmigo, que jamás se me ocurriera marcharme solo de este mundo.

11:30 p.m.
Llegas puntual, reconozco tu risa y el sonido de tu andar, inconfundible; te has desvestido lo imagino; no hay duda, lo confirmo cuando asomas al balcón. La vista es linda le decías, él siempre selecciona lo mejor, estás radiante, fascinada y estás sin mi...

25 de diciembre
3 llamadas, 4, 5… Eres tú, no quiero escucharte, sólo envío un mensaje que dice: Llegué antes a la cita, 11:30 p.m. del 24 de diciembre… Y nuestras vidas enmudecieron.

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