jueves

19 días y 500 noches

He crecido… de la pata porque he tenido que comprarme un par de tenis ½ número más grande, eso, o los de Adidas los están haciendo mal; voto por la segunda opción porque según sé, sólo a las mujeres embarazadas les crecen los pies y yo,  ni estoy embazado ni soy mujer.
También crecí en años, sigo acumulando experiencia… ¡bah! Ni yo me la creí, he cometido las mismas estupideces más de una vez, sólo es que te vas haciendo indiferente y no te pega tan duro como la primera. 
Y bueno, siguiendo con el rollo del crecimiento ahí estaba yo, escuchando una vocecita que me actualizaba en cuanto a video juegos, anécdotas de escuela y peripecias propias de un ratón de 7 años  pero, mi mente se quedó detenida en su saludo - ¡Hola viejo!-  Mi hijo me acababa de llamar viejo, está bien que ya no tengo  veintitantos pero estar a unos pasos de la edad peligrosa no me hace viejo, ¿o sí? No lo sé, decía el Chema tamales hace días, -¡Me siento joven!-  -¡Estamos jóvenes!- Sí cabrón! Y mientras más años cumplamos así será, tal vez aceptemos el paso del tiempo el día que, por pegarle a un balón, se nos afloje hasta el mastique y tengan que llevarnos en camilla, mientras hay que darle vuelo a los piropos para las niñas que nos encontramos por el malecas, porque dentro de algunos años, se reirán de nosotros en vez de hacernos un guiño.

Y en cuanto a relaciones que terminan también crecí, cerramos el ciclo, esa historia no quiero repetirla más, creo que ya se repitió lo suficiente como para saber que, por salud mental, esta vez ni siquiera nos alcanza para una amistad; cada uno guardará lo que crea conveniente, y con el resto ya veremos qué hacer.

                                                                                     

*El archivero está saturado, compraré uno nuevo…

miércoles

Huelo a... otoño.

No es la nueva fragancia de Dolce & Gabbana, ni jabón barato de algún motel, es... eso, simple, para mi cada estación del año tiene esas sensaciones y aromas peculiares que te hacen exclamar un: huele a...
El otoño me pone nostálgico porque me recuerda al pueblo, a esas tardes en el corredor de la casa cuando, cansado de tanto correr, me sentaba a ver el sol esconderse detrás del cerro, a esperar que el sudor se secara para sentarme a cenar café de olla y frijoles; sí, sí, ya sé, éramos unos marranos... y las mamás también porque, buscando en los recovecos de mi disco duro, no tengo recuerdo alguno de la mamá mandándome a bañar, ni iniciativa de mi parte para hacerlo, un ecologista en ciernes pues!
Y bueno, ahora que soy un citadino que si se baña, celebro el que por fin pasaré del estilo Charlie Harper al de: bienvenidos los pantalones que compré en diciembre de 2010! Y es que el calor este año estuvo de poca madre (todos los años decimos lo mismo) quemé tantas calorías que he tenido que hacer 6 comidas al día en vez de 3, he tenido que ir en bermudas a la oficina; hasta el jefazo se estaba creyendo que me valía madre su autoridad (y así es), pero hemos hablado y llegamos a un acuerdo, me paga horas extra y días festivos o sigo con mi estilo playero hasta que cambie el clima; le gustó la segunda opción.
Entre líneas dice... huelo a ti.