lunes

1/4 para el reloj

Anastasia es como esa frase que dice: "amar es dar a alguien el poder  para destruirte y confiar en que no lo hará"... La conocí en la primavera del 2004 y aunque ya antes había escuchado hablar de ella, era la primera vez que la tenía tan cerca que podía olerla, su aroma había inundado la habitación provista apenas de una pequeña cama y un sofá que, sin duda, me ponían más nervioso que las referencias de algunos conocidos acerca de su reputación.

Y bueno, con todo eso, esta cita era obligada; tenía que suceder.

Llegó el gran día, puntual como quedamos, 9:30 a.m. y ella sin llegar.  Mientras me dispuse a inspeccionar el lugar con la mirada, sitio agradable, de esos privados donde todo el tiempo tienes a alguien pendiente de que estés cómodo, lo mejor que el dinero podía comprar. Aún así y por si las dudas, guardé en la memoria los nombres de aquella placa que adornaba la entrada principal.

Absorto en mis pensamientos y en ese ir y venir de gente presurosa, veo una silueta al fondo del pasillo que llama mi atención, era ella; nos buscamos con la mirada, me sonrió y cerró tras de sí la puerta donde la esperaba un trocito de mi vida.
El tiempo pasaba y los cigarrillos en el cenicero y mis uñas mordisqueadas daban cuenta de lo nervioso que estaba, sólo quería ver esa puerta abrirse de nuevo y... sucedió.  Apenas abrió me buscó con la mirada de nuevo y se sonrió, ese gesto hizo desaparecer en mi la sensación de estómago lleno y las ganas de golpear a alguien...


Ahora es tiempo de verla de nuevo.



*Nerviosisimísimo (Rey Julien y yo)