miércoles

Huelo a... otoño.

No es la nueva fragancia de Dolce & Gabbana, ni jabón barato de algún motel, es... eso, simple, para mi cada estación del año tiene esas sensaciones y aromas peculiares que te hacen exclamar un: huele a...
El otoño me pone nostálgico porque me recuerda al pueblo, a esas tardes en el corredor de la casa cuando, cansado de tanto correr, me sentaba a ver el sol esconderse detrás del cerro, a esperar que el sudor se secara para sentarme a cenar café de olla y frijoles; sí, sí, ya sé, éramos unos marranos... y las mamás también porque, buscando en los recovecos de mi disco duro, no tengo recuerdo alguno de la mamá mandándome a bañar, ni iniciativa de mi parte para hacerlo, un ecologista en ciernes pues!
Y bueno, ahora que soy un citadino que si se baña, celebro el que por fin pasaré del estilo Charlie Harper al de: bienvenidos los pantalones que compré en diciembre de 2010! Y es que el calor este año estuvo de poca madre (todos los años decimos lo mismo) quemé tantas calorías que he tenido que hacer 6 comidas al día en vez de 3, he tenido que ir en bermudas a la oficina; hasta el jefazo se estaba creyendo que me valía madre su autoridad (y así es), pero hemos hablado y llegamos a un acuerdo, me paga horas extra y días festivos o sigo con mi estilo playero hasta que cambie el clima; le gustó la segunda opción.
Entre líneas dice... huelo a ti.

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