Aposté a una amistad, tu amistad.
Y te quiero tanto que,
un paso más te amo y con dos me vuelves loco.
No lo diré así, ¡No! Sería como un suicidio consciente,
y por lo menos querría un anestésico de bar,
de esos en presentación doble; y quizás después de cinco,
el valor que esperaba encontrar en el fondo
se escabulla como el humo de un cigarro entre mis dedos.
Así que, seguiré levantando los trocitos que me das
para formar una historia… Total, no hay necesidad por despertar.
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